domingo, 21 de febrero de 2016

El Chiles

El Chiles
por: David Acosta-Guijarro

Esta travesía comenzó a las 5 de la mañana, hora a la que nos despertamos para salir rumbo al Chiles desde la casa de los padres de la amiga de mi papá, quienes gentilmente nos brindaron hospedaje esa noche.


A las 6:20 de la mañana salimos en busca de la 9na. cumbre en el volcán Chiles; este volcán está ubicado en la frontera de Ecuador y Colombia, con una altura de 4.766 metros sobre el nivel del mar.

Después de casi dos horas de viaje, junto a Martín, Oswaldo y mi padre, llegamos a las base del pajonal que estaba mezclado con muchos frailejones, yo nunca en mi vida había visto unos frailejones tan grandes y a la vez muchos unidos, esto me pareció tan sorprendente.


Una media hora más de camino y llegamos al refugio del volcán. Era una casita totalmente desolada, no había ni un alma; esto sirvió para que agarremos confianza y dejamos el carro junto al parqueado de las antenas de los militares.


El clima no estaba  muy bueno, pero no era del todo malo, podíamos observar fácilmente el principio de la ruta para comenzar nuestra caminata. Al inicio el ascenso estaba muy suave pero a los 20 minutos de caminata se puso fuerte cuando llegábamos a la base de la roca. Había que pasar por un arenal bien empinado, donde Martín y yo nos quedamos retrasados del grupo.


Después de una hora de caminata llegamos a la roca donde tuvimos que comenzar a escalar usando pies y manos, con nuestros tres puntos de agarre metidos en la cabeza, parecía que no encontrábamos la ruta pero con el ingenio de Oswaldo nada malo puede pasar y logramos encontrarla.


Al llegar al tramo final tuvimos que dejar las maletas para poder ascender más cómodos y seguros, era justo una parte difícil de agarrarse ya que era una roca de no confiar porque podía desprenderse y caer con ella. Con un miedo logré pasar esa parte y estábamos a unos pasos de llegar a la cumbre, de pronto, cuando yo emocionado de haberlo logrado, mi padre grita: “Miren el cráter”. A un lado estaba tan magnifico cráter que nos traía un olor azufre fuerte ya que este volcán no ha pasado mucho tiempo desde su última erupción por eso era el olor tan intenso a azufre, después regrese a ver a atrás y vi otra vez la cumbre a tan solo un paso de mí y dando ese paso llegamos a la cumbre del Chiles con una euforia tan fuerte de haberlo logrado y se podría decir que fue la primera cumbre internacional que he logrado!!!!


sábado, 20 de febrero de 2016

El Cotacachi

El Cotacachi
por: David Acosta-Guijarro

Este sábado 20 de febrero fuimos al cotacachi una montaña ubicada por el norte de Ecuador con una altura de 4.949 metro sobre el nivel de mar.


La travesía comenzó el viernes a las 12 de la noche, hora a la que nos dormimos mi padre y yo. A las 4 en punto de la mañana nos despertamos para ir en busca de Oswaldo Tutillo, nuestro guía y amigo, que vive en Cayambe. Después de recoger a Oswaldo fuimos en busca de Martín (un nuevo amigo argentino que conocimos en el Imbabura) y que le íbamos a encontrar en su casa en el pueblo de Cotacachi, donde dejaríamos nuestro carro para ir en su camioneta.

El día estaba hermoso, a mí mismo me decía que esa montaña me estaba llamando. Llegamos al control de ingreso a la laguna de Cuicocha, donde un guardia se acercó y mi padre le entregó una autorización del Ministerio del Ambiente para poder ingresar en vehículo hasta el parqueadero de las antenas, lugar que sería el punto de inicio del ascenso.


Al llegamos al parqueadero, el día de lo que estaba hermoso se nubló y soplaba un viento tan fuerte que hizo que tenga un dolor de oreja muy feo;  pero podía ver el azul del cielo que estaba arriba de esas nubes.

Al pasar el tiempo, paso a paso hacia la cumbre, llegamos a la base  de la roca: una mezcla de pajonal con roca y donde empieza a cambiar el paisaje. Ya no veía solo nubes sino que veía que yo estaba por arriba del montón de nubes; YO ME SENTÍA EN EL CIELO. Nunca antes habían visto un paisaje tan hermoso mi ojos; por primera vez estaba contemplando un paisaje tan hermoso que siempre había soñado en verlo desde que tengo memoria.


Caminamos 1 hora más y llegamos a un punto en la roca en la que estaba un poco empinado el camino y cuando regrese a ver atrás no podía creer: todas las nubes estaban abajo mío y yo estaba encima de ella, a los lejos se podían ver los picos del Cayambe, del Antizana y del Cotopaxi brillando por el reflejo del sol en su nieve eterna. Yo estaba viviendo mi sueño hecho realidad y no podía creer, cerraba mis ojos para ver si no estaba dormido y que lo estaba viviendo era verdad; mis ojos me decían de verdad pero yo no lo podía creer, nunca antes vi un paisaje tan pero tan hermoso que me quedé enamorado como nunca lo he estado.


Llegamos a la roca de escalada donde sería el paso final para llegar a la cumbre, el único problema es que esa roca estaba bien suelta y no era de confianza alguna. Pasó 1 hora y 30 minutos hasta que llegamos a la cumbre, la cual era tan pequeña que hasta mi cama es más grande; pero tenía una vista de no creer, ahí de verdad estaba en el cielo, tenía todo un paisaje azul y por debajo las nubes brillando de blanco como mi equipo de fútbol: la lig\U/a de quito.


Llegó el momento de bajar y fue el peor momento. Yo era capaz de quedarme ahí y no moverme por el paisaje que me tenía locamente enamorado; pero llegó la hora.

Tenía miedo de bajar porque en muchas zonas la roca no era muy confiable; tuve que vencer ese miedo y bajar. El paisaje había quedado atrás y yo aún no podía creer que uno de mis sueños se hizo realidad y de tanto pensar en ello, en ese paisaje tan hermoso, me separe de Oswaldo Martín y mi padre, hasta que el rato menos pensado llegue a la camioneta arrepintiéndome de no haberme amarrado a una roca y quedarme ahí contemplando ese paisaje tan hermoso que la naturaleza y la vida me regalaba.


Al fin llegamos nuevamente al pueblo de Cotacachi y pudimos almorzar. Luego fuimos de nuevo a la casa de Martín para que el enviase un correo electrónico importante y poder salir en paz a Bolívar (Carchi) donde los papás de una amiga de mi papá nos brindarían hospedaje esa noche para salir al día siguiente en busca de la cumbre del Chiles, otra montaña situada en la frontera de Ecuador con Colombia. Llegamos a la casa de Don Ángel Benítez y su esposa, quienes nos recibieron muy amablemente y nos brindaron la cena: jugo de tomate (tan rico que me tomé 3 vasos), queso amasado, pan y leche. Sin poder pararme del agotamiento llegué al cuarto donde mi padre y yo descansaríamos. No tardé mucho en quedarme dormido.


domingo, 14 de febrero de 2016

El Atacazo

El Atacazo
por: David Acosta-Guijarro

Esta semana (domingo, 14 de febrero del 2016) fui al Atacazo con Oswaldo y mi padre. Todo comenzó cuando a las 6 de la mañana me desperté para ir a la montaña; mi padre fue en busca de Oswaldo que vino a mi casa invitado al desayuno.



Yo estaba bastante nervioso de que sea verdad lo que me han contado sobre el Atacazo ya que me decían que no es una montaña del todo bonita, que tiene antenas en su cumbre y que no es del todo bonita; yo no podía creer eso; pero la curiosidad me mataba y eso hizo que siempre quisiese ir a ver cómo es esa montaña.

Cuando llegó a mi casa, Oswaldo se sirvió el  desayuno y yo decidí brindarle un chupete mexicano que era bastante picante, que luego eso se convirtió en nuestro error al momento de la ascensión.

Al salir de casa, me despedí de mi madre y mi hermano menor. Partimos en busca de conquistar otra montaña más.

Mi papá perdió la ruta al intentar dejar la ciudad y tomar el camino de tierra, ya que llegar a esta montaña es medio complicado porque hay muchos laberintos, tantos que en San Juan preguntamos a un niño del sector y nos dijo muy amablemente dónde estaba la ruta para poder ascender a la montaña, le agradecimos y pudimos seguir en paz. Luego de un tiempo de recorrido logramos llegar a la base de la montaña. En el carro se puede llegar muy cerca de la cumbre, a aproximadamente  30 minutos de la cumbre.


En el momento que vi la montaña, observé que estaba llenísima de antenas y que no era mentira lo que me habían dicho antes; pobre de mí, yo que siempre soñé que esta montaña sea bastante hermosa, en verdad estaba destruida como todo lo que las personas me describieron: antenas de radio, televisión, teléfono, etc, y mucha basura metálica y plástica de los constructores y los turistas.

Finalmente llegamos a la Cumbre. En la cima había una caseta que parecía un baño o una letrina y que estaba justo en la roca más alta del Atacazo, en la Cumbre verdadera. Como toda la cuchilla de la cumbre está repleta de antenas, no queríamos detenernos ahí para comer y disfrutar de la vista porque feo; decidimos bajar y avanzar a otra cumbre que se veía próxima y más cerca al cráter, estaba por lo menos a unos 10 minutos de caminata. Al bajar a esta cumbre logramos ver el camino a Santo Domingo, las canteras dónde sacan el material para poder hacer la carretera que van a Santo Domingo.


Me dio tantas ganas de comer el chupete mexicano que yo le di a Oswaldo. El chupete estaba bastante picante cosa que al rato de respirar me ardía el pecho y no pude caminar bien de regreso porque me faltaba el aire por goloso.

El descenso lo hicimos rapidísimo ya que era una bajada bien fuerte y chévere para correr. Llegamos finalmente al carro y descansamos un rato. Un señor llamado Jorge se acercó, era un policía encargado de vigilar las antenas de la Policía Nacional. Nos dijo que por la montaña saben robar y que una vez robaron un carro, a personas; también nos contó que algunas personas se han perdido porque el clima es bien feo. Después de más de una hora de conversar nos despedimos de Jorge muy amablemente.

Llegamos a nuestra casa para almorzar arroz con carne (lomo fino) que mi mamá preparó con ayuda de mi hermano, y nos pegamos una cervecita fría. Finalmente Oswaldo se despidió de nosotros y mi padre fue de regreso a dejar a Oswaldo y aunque no lo crean caminamos muy poco y los tres terminamos muy cansados y adoloridos las piernas.


sábado, 6 de febrero de 2016

El Sarahurco

El Saraurco
por: David Acosta-Guijarro

Este 26 de febrero del 2016 fuimos al Sarahurco, una montaña cerca del nevado Cayambe. Para esto se tiene que superar un pajonal inmenso, unos cuantos pantanos, un río grande y muchas, muchas, muchas pendientes para poder llegar a esta famosa montaña.



Toda esta jornada comenzó a las 8 de la mañana cuando mi padre y yo salimos de nuestra casa en busca de Oswaldo (nuestro guía) que se encontraba en Cayambe. Después de recoger a Oswaldo fuimos al control de ingreso a la reserva del Cayambe dónde registran toda la información sobre la persona que va a ascender. Para poder ir a la toma (punto de inicio de la aventura) no encontrábamos camioneta que nos pudiera llevar. Llamamos a alguna camionetas y nos cobraban $18, otras $20 o $30 pero eso era demasiada plata; por suerte alcancé a ver una camioneta y me pegué “El Pique de choro” para poderle decirle que nos lleve. Ese señor muy amable se llamaba Darwin que estaba junto a un amigo quienes nos ayudaron con nuestras maletas.

En el camino a la toma, mi padre  se golpeó con una rama por estar despistado y yo por reírme luego una rama me golpeó y me corté debajo del ojo; me jugó la del Barcelona como yo diría o se puede decir karma (por shunsho).

Llegamos a la toma que está junto a un río donde tuvimos que empezar atravesándolo. La toma se denomina porque allí la gente de las comunidades construyeron una toma de agua para el canal de riego. Luego de atravesar el río, tuvimos que cambiarnos los zapatos por botas de caucho para ir pasando por un montón de pantanos. Luego de 4 horas de caminata pudimos observar una laguna, creímos que era la laguna más grande de este páramo cerca al Cayambe y por eso decidimos quedarnos en ese lugar para acampar.


Cuando comenzamos a armar las carpas me di cuenta que mi aislante y mi sleeping bag estaban bien mojados, así que decidimos que yo pusiera primero mi aislante y sleeping dentro de la carpa. Después de acomodar el aislante de mi padre y el de Oswaldo salí a coger la comida y mi ropa que por suerte estaba seca.

Toda la jornada lluvió, pero eso no nos impidió de poder comer unas alitas de pollo que Oswaldo llevó; lo malo es que no estaban del todo ricas porque se le había ido un poco la sal, pero eso no importaba. Después de haber comido decidimos dormir un rato y a las 8 de la noche nos despertarnos para comer la cena que era agua caliente y un poco de sánduches. Luego volvimos a dormir.

A las 6 de la mañana del domingo 7 de febrero planeamos comenzar la caminata; pero por una fuerte tormenta de lluvia y viento decidimos esperar un poco más hasta las 7 de la mañana. A esa hora partiríamos rumbo al Sarahurco y ese mismísimo día esperábamos poder hacer cumbre; pero no sabíamos que habíamos tomado una decisión muy grave y que la laguna donde pensábamos acampar no era la laguna más grande sino la mediana, eso quería decir que no era la base para poder comenzar la caminata, la laguna más grande estaba a una hora de distancia y cuando llegamos nos dimos cuenta del tremendo error que cometimos y decidimos dejar todo nuestro equipaje para solo intentar hacer cumbre con nuestra maleta de ataque. Pensábamos que estaríamos cerca de un río que pasaba por las faldas del Sarahurco, el problema era que para bajar al río necesitamos una hora de caminata y el tiempo se nos acababa y al Sarahurco se le veía lejano pero decidimos bajar e intentar avanzar.



En la bajada había mucho lodo y no podíamos hacerlo con facilidad pero cuando la concluimos nos acercamos al río y logramos ubicar a la montaña; estaba muy, muy lejana y no había tiempo para llegar a hacer cumbre porque teníamos el tiempo justo para regresar a la laguna grande. Cuando llegamos a la laguna grande vimos el esqueleto de conejo que había sido comido por lobos, cogimos nuestro equipaje y nos trasladamos otra vez a la laguna mediana donde Oswaldo y yo intentamos pescar sin mucho éxito. Armamos otra vez el campamento y guardamos nuestras cosas; esa noche dormimos bien y comimos rico.


Al siguiente día nos despertamos a las 7 de la mañana para comer el desayuno y desarmar la carpa. Luego  caminamos rápidamente para lograr llegar a las 12 a la toma y encontrarnos con Darwin. Cuando llegamos, nadie nos esperaba, Darwin estaba aún bastante lejos, así que decidimos seguir caminando por la carretera hasta encontrarnos en el camino. Para mí esto era una muy mala noticia porque la maleta que llevaban pesaba por lo menos 3 veces más que Yo y mis hombros estaban bastante, bastante adoloridos, ya no podía caminar más, pero me tocaba hacerlo si quería volver a casa, así que les pedí un último esfuerzo a mis  músculos agotados que ya no podían lograrlo. Yo dije continuemos, entonces continuamos la caminata y después de una hora de caminar mojado en la lluvia apareció Darwin y le dijimos: “Darwin nos prometiste encontrados en la toma” y él dijo: “lo siento, pero se me hizo tarde, no pensé que saldrían tan rápido”. No seguimos discutiendo y subimos a la camioneta en viaje de regreso a la guardianía de ingreso al Cayambe. Al llegar, agradecimos a Darwin y él se fue sin cobrar, no sabemos porqué.

En el ingreso a la reserva dejamos nuestro carro donde teníamos ropa seca. Nos cambiamos y regresamos a casa. Pero antes, pasamos por la casa de Oswaldo para conocer ya que nos había contado sobre su proyecto de crear un campamento para niños-jóvenes y montañistas de alta nivel. Tiene una piscina con truchas, y nos permitió pescar y nos regaló 2; tiene árboles, un comedor con horno de leña, una piscina pequeña para nadar, canopy, y otras cosas que poco a poco ha ido construyendo. Fue muy divertido.